Un fisioterapeuta no debe utilizar un modelo anatomopatológico y biomecánico estricto para la explicación del dolor. La mejor evidencia actual nos señala que el dolor no siempre es un resultado de un tejido dañado, especialmente si se trata de dolor crónico. Es hora de asumir que existe un proceso complejo a nivel neuronal que puede ser una fuente de dolor.
No debe evaluar los movimientos de la pelvis y el sacro, ya que existen numerosos test para evaluar la movilidad de la articulación sacroiliaca, pero la literatura es clara respecto a esto, este movimiento es muy complejo de medir, por lo que la validez de estos test es pobre.
No debe utilizar test específicos con poca validez para tomar nuestras decisiones de tratamiento, generalmente durante nuestra práctica clínica utilizamos numerosos test específicos, pero debemos preguntarnos si el test nos ayuda en el desarrollo de nuestra hipótesis, nos ayuda a guiar nuestro tratamiento.
No debe dejar que nuestro razonamiento nos lleve a donde queremos llegar, sino a donde realmente debemos llegar, no podemos dejar que nuestro razonamiento nos lleve a donde queremos llegar, sino a donde realmente debemos llegar.
No debe crear con nuestros pacientes una relación de dependencia en vez de una relación de elección, tenemos numerosas herramientas, y nuestros pacientes han de conocerlas y poder elegir entre ellas si es necesario.