Cuando hablamos de Ejercicio Terapéutico, no nos referimos simplemente a mover el cuerpo, sino a una intervención poderosa, estructurada y diseñada para mejorar la salud, aliviar síntomas y frenar el deterioro físico.
Ya en 1984, Licht nos hablaba del ejercicio como medio para mejorar funciones corporales.
En 2007, Taylor nos ofrecía una definición más moderna: “la prescripción de un programa de actividad física voluntaria con el objetivo de mejorar o mantener la salud”.
El Ejercicio Terapéutico no es una opción, es la herramienta estrella de nuestro enfoque de trabajo.
A lo largo de los años, se han llevado a cabo revisiones sistemáticas —el tipo de estudio con mayor nivel de evidencia— que no dejan lugar a dudas: el ejercicio, bien prescrito, es más eficaz que el reposo o tratamientos pasivos en muchas patologías comunes.
Desde 1965 hasta 2005, Smidt y Taylor recopilaron información que hoy nos sirve como manual de cabecera en consulta.
En condiciones como artritis, dolores cervicales y lumbares, fracturas o lesiones deportivas, el Ejercicio Terapéutico tiene efectos positivos notables.
El ejercicio gana claramente frente a no hacer nada, especialmente en casos subagudos o crónicos.
Y si combinas con terapia manual, los resultados mejoran aún más.
El trabajo con cuádriceps o el entrenamiento de equilibrio puede marcar la diferencia si se adapta al paciente.
Hacer ejercicio de forma pautada puede ser tan eficaz como un fármaco en enfermedades del corazón.
El ejercicio de fuerza tiene efectos muy positivos en adultos mayores, especialmente si presentan dolor crónico o dificultad para caminar.
Además, el entrenamiento aeróbico mejora la marcha, el equilibrio y reduce el riesgo de caídas.
En nuestros programas de Ejercicio Terapéutico en grupo, cada paciente realiza una rutina diseñada para sus objetivos, con supervisión profesional y en un ambiente motivador.