Pasear por la naturaleza cuenta con numerosos beneficios para la salud, tanto físicos como psicológicos. La exposición al sol, jardines, bosques e incluso a la simple brisa del mar pueden reducir el estrés y la ansiedad que genera el frenético ritmo de vida que se lleva en las ciudades. El simple hecho de caminar a un ritmo tranquilo contribuye a la activación del sistema cardiovascular, que es el encargado de la distribución de oxígeno, hormonas, nutrientes y otras sustancias importantes para el cuerpo. Exponerse al sol durante un paseo puede producir un aumento de los niveles de vitamina D, encargada de la absorción de calcio en el intestino delgado, promueve el crecimiento y la remodelación ósea, lo que previene fracturas y lesiones. Exponerse a los microorganismo presentes en los entornos naturales fortalece el sistema inmunológico, quien se encarga de combatir infecciones y enfermedades. El ejercicio físico moderado tiene un importante poder en la gestión de las emociones y problemas del día a día ya que aumenta los niveles de serotonina, reduciendo así la ansiedad y depresión. La producción de ideas creativas y pensamientos se multiplican durante la actividad física. La exposición a la luz natural y el ejercicio físico ayudan a la regulación del ciclo del sueño-vigila, ritmo circadiano que implica el descanso durante la noche y mantenerse despierto durante el día. El aire fresco y limpio del campo puede mejorar la salud respiratoria al reducir la exposición a contaminación y gases tóxicos generados en las ciudades. La belleza y tranquilidad del campo favorece el estado de paz y bienestar con uno mismo, fomentando ejercicios como la meditación, gratitud y una mejor gestión los pensamientos.