Las fracturas de tobillo engloban un amplio espectro de lesiones que van desde lesiones aisladas del peroné o la parte distal y medial de la tibia a fracturas de ambos huesos y/o de la parte posterior de la tibia.
En estas fracturas hay que prestar especial atención las lesiones ligamentosas asociadas, sobre todo si hay una gran componente rotacional en el traumatismo.
Los ligamentos de la sindesmosis, que son los que unen la tibia y el peroné.
El ligamento deltoideo, que es el ligamento interno del tobillo.
Para determinar el verdadero alcance de estas fracturas, es fundamental realizar en muchas ocasiones, además de unas radiografías, un escáner o TAC.
Con esta prueba podemos determinar el grado de desplazamiento y el estado del cartílago.
El tratamiento de estas fracturas articulares es quirúrgico si existe desplazamiento, ya que se intenta minimizar de esta manera la artrosis postraumática.
Los fragmentos rotos se colocan en su posición y se sujetan con tornillos y/o placas mediante diferentes incisiones en la piel dependiendo de la fractura.
Siempre hay que tener en cuenta varias cosas: Las lesiones ligamentosas asociadas, que también hay que reparar.
El fragmento posterior de la tibia que se debe reducir y fijar aunque sea de pequeño tamaño.
Las lesiones cartilaginosas, que se pueden diagnosticar y tratar si fuera necesario en el momento agudo de la fractura.
Resulta una herramienta importante la artroscopia en determinados casos.
Se pueden producir deformidades residuales del tobillo si la reducción no ha sido adecuada.
Siempre y cuando la articulación esté preservada, es posible volver a cortar los fragmentos malunidos y posicionarlos en una posición correcta.
Al ser fracturas articulares, existe un riesgo de que el paciente desarrolle una artrosis de tobillo, que puede requerir la implantación de una prótesis de tobillo si el paciente tiene dolor y limitación funcional.