Si está tomando medicamentos para tratar el dolor, hable con su médico o farmacéutico sobre cualquier reacción que podría surgir de la combinación de estos fármacos con alcohol.
Combinar alcohol y analgésicos puede ser perjudicial
Combinar alcohol con acetaminofeno puede provocar una falla hepática grave.
Combinar alcohol con aspirina aumenta el riesgo de sangrado gástrico.
El alcohol aumenta los efectos analgésicos, reforzadores y sedantes de los opiáceos, lo que aumenta el riesgo de consumo combinado indebido de alcohol y opiáceos, así como de sobredosis.
La persona desarrolla tolerancia a los efectos analgésicos del alcohol, por lo que se requiere más alcohol para producir el mismo efecto.
Aumentar el consumo de alcohol para generar una mayor tolerancia puede causar otros problemas, como el desarrollo de dependencia del alcohol.
El consumo crónico de alcohol empeora el dolor.
La abstinencia del uso crónico de alcohol con frecuencia aumenta la sensibilidad al dolor, lo que podría hacer que algunas personas sigan bebiendo o incluso aumenten su consumo para evitar los aumentos en el dolor causados por la abstinencia.
Con el tiempo, el consumo indebido de alcohol genera una dolorosa neuropatía periférica de fibras pequeñas, la complicación neurológica que se asocia más frecuentemente con el alcoholismo.