Dormir bien es sinónimo de bienestar.
Aunque existe la creencia de que hay posturas específicas para asegurar tu bienestar físico, el cuerpo humano está en constante movimiento, por lo que se cansa y busca cambiar de posición, incluso al estar sentado o acostado.
Sin embargo, hay estrategias que mejoran tu ergonomía, es decir, tu postura en relación con los objetos que hay alrededor, con el propósito de que logres un descanso correcto.
Paola Andrea Monsalve, gestora de capacidad para empresas, afirma que dormir en una postura conveniente genera beneficios físicos y emocionales, los cuales van desde la disminución del estrés hasta el aumento de la productividad, pasando por una adecuada respiración y la reducción del flujo gastroesofágico.
Cuando te acuestas en una posición apropiada de forma regular, el inconsciente se acostumbra y la convierte en hábito, menciona la experta, quien agrega que, aunque no se mantenga la postura correcta durante todo el descanso, ser consciente de la posición refuerza las posibilidades de tener un sueño más reparador.
No hay una posición perfecta para dormir, pero sí posturas que facilitan un ambiente de confort para el descanso.
De lado: es la más cómoda porque permite mantener la cadera, la columna y el hombro alineados.
Lo ideal es poner una almohada entre las piernas para evitar la caída de la rodilla.
Boca arriba: si bien no es una posición perfecta, es posible aprovecharla ubicando una almohada o cojín bajo las rodillas con el fin de que las curvaturas y articulaciones queden alineadas.
Más allá de la posición en la que duermas, es clave no ubicar los brazos debajo del cuerpo o la almohada para prevenir la desalineación de la columna.
La posición menos recomendada para descansar es boca abajo en tanto afecta el cuello y produce rotación en la columna, lo que ocasiona dolor, espasmos musculares, tendinitis o dificultades para respirar.
Otra práctica que debes evitar es dormir con tus extremidades por fuera de la cama, pues esto no favorece el flujo de sangre que regresa al corazón (retorno venoso) y puede causar hormigueo y problemas de presión sanguínea.
La almohada y el colchón son casi tan relevantes como tu postura y deben cumplir algunas condiciones para que su rendimiento sea óptimo.
Colchón: debe estar en un punto medio de rigidez.
Si es muy blando, incrementa las curvaturas de las articulaciones de la columna vertebral, cervical y dorsal.
Si es muy rígido, provoca contracción de los músculos.
Almohada: esta también debe tener un equilibrio de dureza para evitar que la cabeza quede por encima o por debajo de la espalda.
Hay posiciones que propician un descanso ideal.
No obstante, expresa Paola Monsalve, hay condiciones como problemas respiratorios o de obesidad que exigen otras condiciones para dormir.
Complementar el descanso con hábitos positivos y una alimentación saludable es esencial para alcanzar el bienestar físico y mental.