¿Dónde se origina la electroestimulación deportiva? Los antiguos egipcios aplicaban descargas eléctricas para tratar patologías musculares. Más adelante, concretamente en los años 60, los soviéticos retomaron la electroestimulación para estimular los músculos de sus astronautas. Estas corrientes se conocieron como corrientes rusas o de Kotz y, después, los atletas de la URSS, fueron los que se beneficiaron de esta terapia, que, dados sus buenos resultados, se popularizó en los centros de fisioterapia y medicina deportiva. La electroestimulación deportiva, también llamada ‘ejercicio pasivo’, permite aumentar el tono muscular, mejora la flacidez de los músculos, incrementa su volumen, su resistencia y su fuerza. La electroestimulación es aplicada por medio de un aparato denominado ‘electroestimulador’ en las zonas más problemáticas, ya sea con una finalidad de mejora del rendimiento muscular o terapéutica. Esta corriente eléctrica causa una contracción en el músculo muy similar a los impulsos que emite el sistema nervioso central para controlar las acciones musculares. El electroestimulador tiene un traje con electrodos y está conectado a una máquina con diferentes programas de entrenamiento. Estos programas tienen la facultad de alcanzar las fibras musculares más profundas y que son difíciles de alcanzar por medio de un entrenamiento tradicional.