Para evitar el burnout físico, es fundamental tomar conciencia del problema, realizar cambios en el entorno y, en muchos casos, recurrir a la consulta psicológica y/o psiquiátrica.
Realizar actividad física, el ejercicio ayuda a descargar la tensión.
Se recomienda hacer una caminata diaria de, al menos, 30 minutos.
Evitar la sobrecarga de trabajo, esto implica distribuir en forma adecuada las funciones, actividades y responsabilidades sobre los colaboradores.
Facilitar la ejecución de las tareas diarias, proveer las herramientas que los trabajadores necesitan e incorporar nuevas tecnologías y capacitaciones a diario reforzará su autoestima y su sentimiento de realización personal y profesional.
Promover programas de rutinas saludables, estimular hábitos sanos, tanto en el ambiente laboral como fuera del mismo, mejorará el bienestar integral de los trabajadores, además de aumentar su productividad y su nivel de compromiso con la empresa.
Flexibilizar los turnos y horarios de trabajo, esto contribuirá a conseguir una mejor predisposición de los empleados, de acuerdo a preferencias personales y aceptables para la organización.
Realizar evaluaciones periódicas de estrés, no todas las personas reaccionan de la misma manera al estrés.
Brindar programas de ayuda psicológica, facilitar el acceso inmediato a una contención profesional resulta clave para acompañar a los miembros de una organización en sus problemáticas, dudas y preocupaciones laborales.