Establecer metas realistas y alcanzables: Define objetivos claros y específicos para tu programa de ejercicio, como caminar 30 minutos al día, tres veces por semana, o completar una clase de ejercicio aeróbico cada semana. Es fácil desmotivarse si nos marcamos objetivos imposibles, ya sea por nuestra capacidad, o porque no tendremos tiempo suficiente para alcanzarlo. Encuentra actividades que disfrutes: Elige actividades físicas que te gusten y te diviertan, ya sea caminar, nadar, bailar, montar en bicicleta o practicar yoga. Si disfrutas de lo que haces, será más probable que te mantengas motivado a largo plazo. Variar tu rutina de ejercicio: Incorpora una variedad de actividades físicas en tu rutina para evitar el aburrimiento y mantener el interés. Hacer siempre lo mismo puede ser aburrido, y si nos aburrimos… Haz ejercicio con un amigo o familiar: Busca un compañero de ejercicio que comparta tus mismas metas y te motive a mantenerte activo. Siempre es más fácil, en esos días en los que estamos más cansados y la pereza nos puede, activarnos si tenemos alguien con quien hacerlo. Programa tu ejercicio como una prioridad: Haz del ejercicio una parte regular de tu rutina diaria y prográmalo en tu calendario como lo harías con cualquier otra cita importante. Los hábitos adquiridos con el tiempo, son más sencillos de llevar a cabo. Celebra tus logros: Reconoce y celebra tus logros y progresos, por pequeños que sean. Estar motivado es importante para mantener la constancia en cualquier proyecto a largo plazo, y la actividad física siempre debe verse como algo que debemos mantener en el tiempo, sea cual sea nuestro objetivo.