Una operación de cadera con prótesis está indicada cuando el dolor o la limitación del movimiento impiden llevar una vida autónoma. La causa más común suele ser la artrosis avanzada, pero también puede deberse a fracturas, necrosis del hueso o artritis reumatoide. Cuando los tratamientos conservadores ya no funcionan y el malestar afecta a las actividades cotidianas, el traumatólogo puede valorar la implantación de una prótesis total o parcial de cadera. En personas mayores, esta decisión busca ante todo recuperar funcionalidad y prevenir complicaciones asociadas a la inmovilidad, como las caídas o la pérdida de masa muscular. Contraindicaciones para la implantación de una prótesis de cadera Aunque la cirugía es segura y cada vez menos invasiva, no siempre está recomendada en todos los casos. Existén algunas situaciones que pueden contraindicar temporal o definitivamente la colocación de una prótesis de cadera. Las infecciones activas, problemas graves de coagulación o alteraciones neurológicas que impidan el movimiento de la pierna son ejemplos habituales. Además, hay que tener en cuenta el estado general de la persona mayor, su nivel de autonomía previo y si existen patologías crónicas descompensadas que puedan aumentar el riesgo quirúrgico. Por eso, antes de la intervención, se realiza un estudio preoperatorio completo y una evaluación personalizada. La recuperación de una operación de cadera en adulto mayor requiere cuidados específicos y un seguimiento cercano para que la persona pueda volver a su rutina de forma segura.