Entre los principales riesgos se encuentran:
-Dolor persistente en la mandíbula
Lo que comienza como una molestia leve puede intensificarse con el tiempo, evolucionando hacia un dolor crónico que dificulta actividades diarias como masticar, hablar o incluso bostezar.
Este dolor puede irradiarse hacia otras zonas, como el cuello, los oídos o la cabeza.
-Dolores de cabeza y migrañas
El trastorno de la ATM está estrechamente relacionado con tensiones musculares en la zona craneofacial, lo que puede desencadenar cefaleas intensas y recurrentes.
Estas migrañas suelen confundirse con otros problemas, lo que retrasa aún más su diagnóstico y tratamiento adecuado.
-Desgaste dental acelerado
La tensión constante en la mandíbula puede derivar en bruxismo, un hábito involuntario de apretar o rechinar los dientes.
Este comportamiento no solo desgasta el esmalte dental, sino que también puede causar fracturas o sensibilidad extrema en los dientes.
-Limitación al abrir y cerrar la boca
Una de las manifestaciones más características del trastorno de la ATM es la dificultad para abrir o cerrar la boca de forma completa y sin dolor.
Esta limitación puede agravarse si no se trata, llegando incluso a bloquear la articulación temporalmente y restringir la movilidad mandibular.
-Aumento de la sensibilidad en los oídos
Se puede generar sensaciones incómodas como zumbidos (tinnitus) o dolor en los oídos debido a la proximidad de la articulación temporomandibular con el canal auditivo.
-Desgaste de la articulación temporomandibular
El uso continuo y sin tratamiento de una articulación afectada por un trastorno de la ATM puede llevar a un desgaste progresivo del cartílago y los tejidos circundantes.
Esto puede desencadenar condiciones como la artrosis en la articulación temporomandibular, haciendo que el problema sea incluso irreversible en etapas avanzadas.
Las dificultades para abrir y cerrar la boca son comunes, y en casos avanzados, pueden producirse bloqueos articulares que impiden realizar movimientos básicos como bostezar, comer o hablar.
A medida que la articulación se desgasta, es probable que aparezcan chasquidos o crepitaciones al mover la mandíbula, lo que indica un deterioro progresivo de la articulación.
Estos problemas no solo afectan la mecánica mandibular, sino que también repercuten en la musculatura circundante.
Los músculos de la cara, cuello y hombros suelen tensarse en un intento de compensar la disfunción, lo que puede derivar en problemas posturales y un aumento del dolor generalizado.
Incluso, puede ocasionar una desviación de la mandíbula al abrir o cerrar la boca, alterando tanto la funcionalidad como la estética facial.
Todas estas complicaciones impactan directamente en la calidad de vida del paciente, limitando su capacidad para realizar tareas cotidianas con normalidad.