El bruxismo es el hábito de apretar los dientes y la mandíbula.
Es especialmente frecuente durante el sueño, pero también puede cursar durante la actividad diurna.
La etiología del bruxismo aún es incierta y parecen actuar factores genéticos, psicológicos, alteraciones y patologías del sueño, presencia de disarmonías en la oclusión dentaria, etc.
El estrés psicológico y la ansiedad agravan la severidad tanto del bruxismo diurno como del nocturno, por lo que es recomendable, en pacientes apretadores, la realización de actividades que ayuden al control de estrés, como puede ser el deporte, el yoga, el pilates o el empleo de técnicas de relajación.
En los pacientes bruxistas es capital la utilización de férulas de descarga durante el sueño para paliar las secuelas de esta parafunción sobre músculos faciales y cervicales, articulación temporomandibular y estructuras dentarias.
Durante el día, es útil saber detectar los momentos en que se aprietan los dientes -teniendo en cuenta que las estructuras dentarias solo deberían contactar durante la función masticatoria o la pronunciación de algunos fonemas- y parar esta actividad o ralentizarla.
Es decir, identificar los momentos de apretamiento o contracción de la mandíbula, relajar la musculatura y desprogramar esta conducta.
Algunos ejercicios útiles, recomendables especialmente al comenzar el día, son:
Masajeo de la zona de la articulación temporomandibular con movimientos circulares con 2 o 4 dedos.
Masajeo con 2 o 4 dedos de las sienes y zona temporal (por encima del pómulo).
Los especialistas en fisioterapia, además de todo lo anterior, pueden aplicar maniobras específicas para la movilización y relajación de las estructuras afectadas o emplear técnicas de fotoestimulación (láser), electroestimulación (TENS), etc.