¿Cómo caminar para corregir la postura?

¿Cómo podemos mejorar nuestra postura y reducir el dolor de espalda? Si nos paramos a escuchar un poquito y a respirar de forma consciente, iremos percibiendo que, a lo mejor, nuestro cuerpo nos está avisando de que se nos está cargando la zona lumbar o de que la celda no está bien posicionada. Sentarnos sobre los isquiones con la espalda erguida, sin forzar una retroversión de la pelvis que haga que se redondee la zona lumbar, con las plantas de los pies bien apoyadas y sintiendo cómo repartimos el peso. Encajar los hombros hacia atrás y con la barbilla formando un ángulo de 90 grados con el cuello. Acostumbrarnos a meter un poco el ombligo hacia adentro para promover una activación abdominal y del cuadrado lumbar que favorezca su función de sostén. Ponernos alarmas que nos recuerden que debemos chequear nuestra postura cada 15 o 30 minutos. Vivir con dolor no es lo normal y no hay que resignarse. Cada uno de nosotros es el máximo responsable de su salud.

El Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos, primeramente plantea que el objetivo de cada persona debe de caminar por lo menos 30 minutos al día, tomando en cuenta la seguridad de hacerlo en cuanto al lugar y la hora para no exponerse a riesgos innecesarios. La forma correcta para caminar es: Camina con la barbilla en alto y los hombros hacia atrás. Deja que el talón del pie toque el piso primero, luego deja que su peso siga el movimiento hacia adelante. Camina con los dedos de los pies apuntando hacia delante. Y cuando no es completamente esto posible, trata de mantener un ligero ángulo que pueda ser aceptable. Mueve los brazos naturalmente al caminar. El movimiento de tus brazos se coordina con el movimiento de las piernas y esto puede ayudar a quemar de un 5 a un 10% más de calorías al caminar. Los errores más comunes al caminar que tienes que evitar: Llevar la mirada hacia abajo. Esto desalineará la columna y los hombros y causará también poner un estrés innecesario a nivel del cuello. Dar pasos demasiados largos o amplios. Las investigaciones sobre cómo caminar o cómo se originan lesiones al andar han demostrado que dar un paso demasiado largo agrega mucha presión en las articulaciones más bajas de las piernas. Mover las caderas. Muchas personas, en general las mujeres mueven de más o las balancean más. Lo correcto es que estas se mantengan niveladas lo más que se pueda. Encorvar la columna. Tu columna debe permanecer con la extensión que tiene y erguida. No debes curvar ni tampoco buscar la extensión de ella (arquear). Esto disminuirá la tensión en la espalda, cuello y hombros. Portar los zapatos incorrectos. Aunque no corras debes evitar los zapatos muy incómodos para tu pie. Los tacones con exceso de elevación o las sandalias planas sin nada de arco. Los zapatos más idóneos son aquellos que estén cómodos y provean de un buen soporte para el arco o el talón y con un poco de colchón que absorba el impacto que se genera con la pisada. Hay ocasiones por las que más que cuides los aspectos que te mencionamos anteriormente, es casi imposible mejorar tu forma de caminar. Normalmente, a eso se les llama anormalidades del caminar que surgen por cuestiones genéticas u otros factores como las lesiones o enfermedades y que pueden afectar los huesos, los músculos o los nervios de las piernas. Estas condiciones pueden ser temporales o permanentes y debes asesorarte con un médico para prevenir un mayor daño. Algunas de ellas son ocasionadas por la artritis, los defectos al nacimiento, lesiones en piernas, fracturas de huesos, tendinitis, infecciones de oídos, desórdenes psicológicos o del sistema nervioso. Las anormalidades más comunes son la marcha apresurada, la marcha en tijera, la espástica, la de pato o paso a paso.