El equilibrio o estabilidad es la capacidad que tiene nuestro cuerpo de mantenernos en una posición en el espacio-temporal, ya sea en estática o en movimiento.
El control del equilibrio depende del correcto funcionamiento de los receptores que envían constantemente información al cerebro sobre la posición de nuestro cuerpo.
Los fisioterapeutas llamamos al equilibrio propiocepción, considerándolo como el sentido que informa al organismo sobre la posición de nuestros músculos.
Por ejemplo, en un esguince de tobillo, es vital reeducar la propiocepción para disminuir el riesgo de futuras lesiones sobre el mismo tobillo.
Además, el equilibrio no es solo mantenerse a la pata coja, se necesita de esta cualidad para montar en bicicleta, por ejemplo, o para subir unas escaleras y no caernos hacia atrás o hacia los lados, o mantenerse erguido mientras corremos con un balón.
Entre los beneficios de trabajar el equilibrio nos encontramos con: Evita y previene el riesgo de caídas y/o lesiones, ya que interviene en el desarrollo de nuestro esquema corporal y la relación de éste con el espacio.