El estiramiento puede ayudar a mejorar la flexibilidad al conseguir que las articulaciones amplíen su movimiento. A medida que envejecemos los músculos se vuelven más rígidos y se van acortando. Realizar estiramientos es uno de los modos para mantenerlos más relajados y flexibles. Los estiramientos mantienen las articulaciones, los tendones y los ligamentos lubricados. Además, mejoran el rango de movimiento, es decir, la distancia que las extremidades son capaces de recorrer debido al correcto funcionamiento de las articulaciones. Al aumentar su amplitud se consigue más movilidad y agilidad. El aumento de la agilidad proporciona un mayor equilibrio y una mayor capacidad de reacción cuando se pierde. Los estiramientos también mejoran la circulación sanguínea de las articulaciones y los músculos. Al mejorar la circulación, llegan más nutrientes a los músculos y, como consecuencia, las lesiones se curan más rápidamente. Estirar proporciona alivio cuando se sufre dolor lumbar y artritis. Asimismo, los estiramientos, al relajar la tensión acumulada en los músculos, proporcionan una sensación de bienestar y de tranquilidad. Por eso, pueden ser un buen medio para combatir el estrés. Acumular tensión en los músculos puede contribuir a tener una mala postura. El alineamiento de la espalda ayuda a mejorar la postura. Las zonas que se benefician de los estiramientos son el pecho, los hombros y la zona final de la espalda. Según la Clínica Mayo, antes de hacer un estiramiento hay que asegurarse de practicarlo de una forma eficaz porque, de lo contrario, podrían provocar más daño que beneficio. No se deben realizar estiramientos si antes no se han calentado los músculos. Hay que esforzarse por entrenar de forma simétrica. Se deben practicar ejercicios con cada lado del cuerpo para conseguir la misma flexibilidad. Se deben trabajar, sobre todo, los principales grupos musculares: las piernas, las caderas, la parte baja de la espalda, los hombros y el cuello.