De acuerdo al especialista en traumatología del Hospital La Luz, alrededor del 8% de los pacientes fallecen a los 30 días, el 20% fallece en el primer año, y la tasa de mortalidad en estos pacientes es casi el doble comparados con pacientes de la misma edad, pero sin fractura, siendo los problemas cardiovasculares y respiratorios los principales causantes de defunción en el primer mes de la lesión.
Las alteraciones funcionales después de la lesión pueden ir desde la incapacidad para realizar una actividad independiente al día, pasando por limitaciones de la deambulación de forma independiente hasta la incapacidad permanente.
Los factores de peor pronóstico son los de edad muy avanzada, movilidad reducida y mayor deterioro cognitivo antes de la fractura, retraso en el tratamiento quirúrgico, presencia de ulceras por presión durante la hospitalización, entre otros.
Y por el contrario, los factores asociados a un menor deterioro funcional son el tratamiento quirúrgico precoz, y la sedestación y movilización precoz del paciente.
El aumento de la esperanza de vida en España ha traído consigo una mayor cantidad de casos de fractura de cadera por fragilidad, y a pesar de la experiencia en el manejo ortogeriátrico de estos pacientes sigue siendo un problema de salud con un elevado coste anual, por lo que es necesario identificar y actuar sobre los factores de riesgo modificables para ayudar a recuperar la independencia de estos pacientes.