Mantén tu cuerpo caliente, vístete por capas, usa ropa térmica y no olvides proteger manos, pies, cuello y cabeza.
Calor localizado: Las compresas térmicas o mantas eléctricas ayudan a relajar músculos tensos y mejorar la circulación.
Bebidas calientes: Infusiones, caldos y sopas no solo reconfortan: mantienen la temperatura corporal estable desde dentro.
Evita el exceso de cafeína.
El calor seco suele ser mejor que el húmedo para dolores musculares.
Haz ejercicio suave y constante, el movimiento es medicina, en invierno, moverse ayuda a mejorar la circulación, disminuir la rigidez y a elevar el estado de ánimo.
Camina, estira, respira: El yoga, los estiramientos o una caminata corta diaria son más poderosos de lo que parecen.
Calienta antes de salir: Prepara tu cuerpo con movilidad articular o ejercicios suaves antes de enfrentarte al frío.
Evita los extremos: Si sales al exterior, elige las horas con más sol y vístete adecuadamente.
Cuida el ambiente de tu hogar, temperatura estable: Usa calefacción, pero evita cambios bruscos.
Un ambiente muy seco también puede afectar tus músculos.
Baños calientes: Un baño templado relaja, mejora la circulación y reduce el dolor.
Añade sales de Epsom para un extra antiinflamatorio.
Buena postura todo el día: La rigidez postural en frío puede empeorar los síntomas.
Usa cojines de soporte si pasas mucho tiempo sentado.
Hidrátate bien y cuida tu alimentación, aunque no sientas tanta sed, en invierno la deshidratación también existe y puede empeorar el dolor muscular.
Bebe agua a lo largo del día, incluso si no tienes sed.
Aliméntate con antioxidantes: Frutas, verduras, frutos secos, legumbres… todo suma para combatir la inflamación.
Consulta a tu médico sobre la vitamina D, en invierno, el déficit por falta de sol es común y puede aumentar el dolor articular.