El dolor de cadera puede tener varias causas.
El dolor de cadera puede ser producido por un mecanismo traumático, o el contexto de una enfermedad degenerativa, inflamatoria, infecciosa o tumoral.
Los síntomas más frecuentes son dolor en la ingle, en la región glútea y en la cara lateral de la cadera.
Si es un proceso infeccioso, se puede acompañar de fiebre; en cuadros degenerativos, podemos observar rotación de la extremidad y flexión de la cadera.
El dolor de cadera en reposo -por la noche, por ejemplo- está relacionado con enfermedades inflamatorias, tumorales o procesos infecciosos.
En la infancia podemos ver un cuadro de dolor tras un proceso viral que se llama “sinovitis transitoria de cadera”.
En la adolescencia se puede presentar una enfermedad relacionada con el cartílago de crecimiento que se denomina “epifisiolisis de la cabeza femoral”.
En el joven y deportista puede presentarse una enfermedad llamada “síndrome femoroacetabular”.
El tratamiento para el dolor de cadera, va en función de la patología y edad.
Inicialmente, se suele recomendar reposo relativo, protección con descarga de la extremidad y medicación analgésica y antiinflamatoria.
El dolor de cadera es un síntoma de una enfermedad subyacente.
Llevando a cabo una vida sana, sin someter a la cadera a ejercicios extremos, con entrenamientos controlados, podemos evitar el desarrollo de enfermedades.
Siempre que un dolor de cadera no remita en uno o dos días es conveniente consultar a un especialista.
Si es consecuencia de un traumatismo, es recomendable no demorarlo.