El dolor cervical, o cervicalgia, es una molestia que se manifiesta en alguna o varias estructuras que componen el cuello y viene producido por alguna anomalía en las partes blandas, músculos, ligamentos, discos y nervios, así como en las vértebras y sus articulaciones. La causa más común de dolor cervical son las lesiones de las partes blandas, debidas a traumatismos o al deterioro progresivo. Puede localizarse en la parte exterior del cuello, extenderse hacia los lados e incluso alcanzar la espalda, los brazos y subir hacia la cabeza. Se puede sentir hormigueo y adormecimiento en los dedos de la mano, dolor en la nuca o notar mareo y náuseas. El dolor cervical presenta síntomas muy característicos, entre otros: Dolor en la zona del cuello. Dificultad para movilizar el cuello. Cefaleas. Mareos. Rigidez. Hormigueo y adormecimiento en brazos y dedos de la mano. El tratamiento fisioterapéutico ayuda a controlar y a tratar las molestias cervicales. Favorece la relajación de los músculos y mejora la movilidad cervical. El calor local seco, mediante almohadillas o similares puede ser de utilidad, así como tracciones cervicales, realizados en centros de rehabilitación. En función del estado y el nivel de dolor, pueden valorarse fármacos como los analgésicos-antiinflamatorios y/o miorrelajantes, siempre bajo supervisión médica. Muy pocos pacientes requieren cirugía para tratar el dolor cervical. Se trata de casos concretos con circunstancias específicas. La cirugía puede ser necesaria para reducir la presión en la médula espinal o en las raíces nerviosas, cuando el dolor es causado por un disco herniado o por un estrechamiento óseo del canal vertebral. También puede ser necesaria en traumatismos para estabilizar la columna cervical y minimizar la posibilidad de parálisis, cuando una fractura o luxación ocasiona una inestabilidad vertebral.