El ultrasonido es una forma de energía que proviene de las vibraciones mecánicas, la cual se extiende en formas de ondas de compresión longitudinal.
La terapia de ultrasonido es una forma de tratamiento de fisioterapia que utiliza ondas sonoras con una frecuencia más alta que nuestro umbral de audición.
Es importante hacer mención a los dos tipos de ultrasonidos que se pueden encontrar dentro de las consultas de fisioterapéuticas.
Por un lado, el ultrasonido continuo se aplica cuando los tejidos a tratar son profundos, y especialmente se encuentran en estructuras tendinosas y periarticulares.
El ultrasonido ayuda a reducir los espasmos musculares, calambres, hinchazón y dolor que provocan la ciática, además de reducir el periodo de recuperación penetrando en las capas más profundas del cuerpo.
La terapia de ultrasonidos se emplea ampliamente para el tratamiento de las afecciones dolorosas músculo-esqueléticas.
El ultrasonido es especialmente eficaz en dolencias de artrosis, ya que no provoca ninguna incomodidad y produce muy buenos resultados al paciente en poco tiempo.
Como relajante y descontracturante muscular, la técnica no invasiva mediante ultrasonido permite este efecto terapéutico debido principalmente al micro masaje del tejido y el efecto térmico del mismo, además aumentar el flujo sanguíneo en el área tratada, lo cual acelera el proceso de curación y cicatrización y mejorar la calidad de reparación de las lesiones que se han ido mencionando en este post.
De igual forma, la vasodilatación que sigue a la elevación de la temperatura durante el proceso facilita la eliminación de catabolitos y favorece el suministro de nutrientes y oxígeno en los tejidos lesionados.
Como has podido comprobar a lo largo del post, el ultrasonido es una de las técnicas de fisioterapia más difundida en la actualidad, debido al gran número de patologías en las que se aplica y se consiguen buenos resultados.