La movilización articular es la manipulación cuidadosa de una articulación con el fin de mejorar el movimiento y normalizar la función articular.
Un fisioterapeuta aplica presión graduada y dirigida a la articulación y genera movimiento pasivo en la dirección deseada.
Estas manipulaciones dirigidas siempre se guían por la retroalimentación del paciente para garantizar una incomodidad mínima, y el fisioterapeuta va ajustando la intensidad para cada situación individual.
Cuando está indicado, la movilización articular puede tomar la forma de un movimiento rápido y controlado para liberar una articulación, esto puede ir acompañado de una sensación de “pop”.
La movilización articular a menudo se realiza en el cuello, la espalda, el hombro, la rodilla y el tobillo, para casos de afecciones como un “hombro congelado” o periartritis escapulohumeral.
Un examen inicial ayudará a determinar qué movimientos están restringidos y qué nivel de presión es adecuado para el paciente.
A medida que el tratamiento continúa con el tiempo, el fisioterapeuta puede aumentar progresivamente el rango de movimiento y la intensidad de la movilización.
La movilidad limitada en una articulación, que puede ser causada por una lesión pasada o una afección musculoesquelética, a menudo se asocia con dolor y rigidez.
La movilización articular se aplica en tales situaciones con el fin de mejorar la movilidad articular, reducir los espasmos musculares y la tensión, aumentar la libertad de movimiento y disminuir el dolor.
Las articulaciones fusionadas, las fracturas óseas, la inestabilidad articular debido a la dislocación y la enfermedad articular degenerativa grave se consideran contraindicaciones para la movilización articular.