La operación suele durar de dos a dos horas y media, y no tendrás que quedarte en el hospital por la noche.
Para hacer la reconstrucción, el cirujano taladrará túneles óseos en la tibia y el fémur, extraerá el ligamento roto y lo substituirá por el injerto de LCA en aproximadamente la misma posición.
La fisioterapia es una parte importante de la recuperación.
Empezarás la fisioterapia aproximadamente una semana después de la operación y proseguirás con este tipo de tratamiento durante unos pocos meses.
La fisioterapia te ayudará a apoyar más y más peso en la pierna operada hasta que dejes de necesitar llevar muletas.
Es posible que también utilices una máquina de movimiento pasivo continuo (MPC) que va doblando lentamente la rodilla hacia delante y hacia atrás.
Esto te ayudará a recuperar el hábito de mover la rodilla.
Cuando el músculo del muslo recupere su fuerza (lo que suele ocurrir entre 2 y 3 semanas después de la operación), podrás dejar de llevar la rodillera ortopédica.
La mayoría de las reconstrucciones del LCA consiguen estabilizar la rodilla y recuperar la funcionalidad del ligamento con éxito.
Los pacientes suelen poder volver a hacer deporte y otras actividades físicas unos nueve meses después de la operación.
Si vuelves a jugar a fútbol o a practicar otros deportes, el cirujano te facilitará una rodillera funcional para el LCA que deberás llevar durante los partidos y entrenamientos.