El dolor tras una operación de espalda puede producirse debido a la propia intervención, por complicaciones o por causas ajenas a ella. La cirugía supone por sí misma una agresión, puesto que se deben cortar y coser tejidos. En este sentido se puede sentir dolor alrededor de la herida quirúrgica, alteraciones de la sensibilidad o pérdida de reflejos. En algunos casos, el dolor puede aparecer justo después de que se pase el efecto de la anestesia y la localización y características del dolor son idénticas a las de antes de la operación. El dolor tras una operación, debido a complicaciones, puede deberse a causas como pueden ser la inestabilidad vertebral, rechazo al material implantado, la pérdida muscular, la fibrosis postquirúrgica o la espondilodiscitis.
Tras una operación de espalda, el dolor inicial puede desaparecer al realizarse la operación correctamente, pero esto no quiere decir que no pueda volver a producirse o que aparezcan dolores en otras partes de la columna.
En casos de disectomía, en que se elimina la parte herniada del disco, el paciente podrá sentir dolor y debilidad, aunque la recuperación debería ser rápida.
En la cirugía de fusión, que une varias piezas óseas y aporta estabilidad, la recuperación del paciente será más complicada, al tener que permanecer en reposo y sin recuperar la actividad por tres o cuatro meses. La cicatrización del hueso puede tardar más de un año en producirse.