Una buena técnica de carrera hace que mejore nuestra postura, ya sea tanto para caminar como para correr por el hecho de trabajar y activar el transverso y glúteos. El agua en sí ofrece una resistencia en contra del movimiento muscular, además, genera muchísima activación del core, que es muy importante para una buena salud postural. El yoga ayuda a mejorar la flexibilidad, los patrones respiratorios y la resistencia. Hay ciertas posturas que si partimos con dolor de espalda, podrían no ser adecuadas, a pesar de ello, la gran mayoría de las posturas de yoga, mejoran la activación del core, lo que provoca una mejora de la higiene y salud postural. Moverse de manera acompasada y rítmica, hace que mejoren los patrones respiratorios, algo que, como hemos comentado anteriormente, son muy importantes para una buena salud de la espalda. El pilates es una disciplina deportiva muy centrada en el trabajo del core, que es un conjunto de músculos cuya función principal es estabilizar y dar soporte a la columna vertebral. Desde luego, un core fuerte y resistente es una de los mejores aliados con los que podemos contar si nuestro objetivo es reducir el dolor de espalda. Además, el pilates también tiene como objetivo la reeducación postural, especialmente centrada para quien pasa mucho tiempo sentado. El entrenamiento de fuerza se caracteriza por un aumento de la tensión mecánica de los músculos involucrados, esto genera que haya una hipertrofia muscular, es decir, que haya un aumento de la masa muscular. Músculos más grandes y fuertes permitirá que haya una mejora de la higiene postural y, por tanto, una mejora en la salud de nuestra espalda.