El desgaste de cadera es una de las afecciones musculo-esqueléticas más frecuentes.
Afecta especialmente a las mujeres y, a pesar de que su incidencia es mayor en pacientes de edad avanzada, lo cierto es que un porcentaje de quienes la padecen empiezan a manifestar sus síntomas a partir de los treinta años.
La también llamada artrosis de cadera es una enfermedad de lento desarrollo.
Y, aunque es irreversible, sus síntomas pueden frenarse si se actúa a tiempo y se toman las medidas necesarias.
El primer síntoma de todo problema artrítico es el dolor.
No solamente en la cadera, sino también en la zona de la ingle.
En ocasiones las molestias pueden extenderse hacia la parte anterior del muslo, llegando incluso hasta la rodilla e irradiando la nalga.
El desgaste de cadera es una enfermedad de lento desarrollo.
En las primeras fases de la enfermedad, los síntomas suelen ser algo más leves y normalmente aparecen después de realizar algún esfuerzo.
Por ejemplo, después de caminar por tiempo prolongado, correr o cargar mucho peso.
Estos síntomas desaparecen cuando descansamos o estamos en reposo.
Cuando el desgaste de cadera es avanzado, el dolor se vuelve más intenso y se manifiesta de forma cotidiana al subir escaleras o al realizar sobresfuerzo.
También es posible notar crujidos dolorosos al cruzar las piernas o molestias durante la noche cuando tratamos de girar o movernos.
Algunos pacientes refieren incluso sensación de ardor en la zona de las ingles.
Las causas del desgaste de cadera pueden ser de tipo traumático.
Las luxaciones, las antiguas lesiones e incluso alguna enfermedad mal curada pueden estar en el origen de esta dolencia.
Pero también puede estar ocasionada por alguna enfermedad, como la insuficiencia vascular, por factores congénitos, caso de la displasia, o por trastornos del crecimiento.