Bailar es una actividad divertida que mejora nuestra salud física y psicológica, por lo que es muy recomendable a cualquier edad.
Bailar es un ejercicio aeróbico que tiene en la salud cardiovascular efectos similares a los de otros tipos de ejercicio, como caminar o montar en bicicleta: mejora la circulación sanguínea, controla la presión arterial, aumenta la capacidad pulmonar, ayuda a quemar el exceso de grasa corporal y a controlar los niveles de colesterol y de azúcar en la sangre.
Los expertos destacan que es una de las mejores terapias para tener un corazón sano y fuerte, sobre todo en pacientes con insuficiencia cardiaca, ya que el 50% suelen abandonar la práctica de actividad física al cabo de un mes.
Bailar implica practicar y recordar rutinas, coreografías y movimientos con unas secuencias y tiempos determinados.
También requiere improvisación, lo que ayuda a desarrollar la actividad cerebral y a mejorar la coordinación.
Un estudio sobre la tercera edad publicado en el New England Journal of Medicine, encontró que el baile frecuente ayuda a evitar los efectos del Alzheimer y otras formas de demencia.
Bailar fortalece los huesos, tonifica los músculos, mejora la flexibilidad, aumenta la elasticidad de las articulaciones y la resistencia corporal.
Así, el baile previene la osteoporosis, las enfermedades articulares y, al fortalecer específicamente los músculos de la espalda, ayuda a corregir malas posturas y a aliviar los dolores de espalda que provocan.
Además, bailar mejora el rendimiento físico y aumenta el nivel de energía en los adultos.
La terapia de movimiento de la danza y la música provocan reacciones hormonales en el cerebro, que libera serotonina y dopamina.
Estas hormonas producen una sensación de placer y bienestar que mejoran la ansiedad y los estados leves de depresión.
También se reducen los niveles de cortisol, la llamada “hormona del estrés”.
Fomenta la interacción social y aumenta la autoestima
Bailar es una actividad que suele ser grupal, por lo que promueve de forma positiva las relaciones interpersonales y es especialmente beneficiosa para personas que pueden tener sentimientos de aislamiento y depresión, como los mayores que viven solos.
Además, los logros y avances que se realizan en el baile al controlar los pasos, los movimientos y el ritmo, nos ofrecen un extra de confianza que mejora y refuerza la autoestima.
En conclusión, bailar de forma frecuente no sólo beneficia la salud física sino también la mental.
Hay opciones para todos los gustos: jazz, salsa, merengue, bachata, reggaetón, zumba, hip-hop, ballet, contemporánea, etc.
Sólo tienes que elegir el estilo que más te gusta, consultar con tu médico la intensidad adecuada si sufres algún tipo de patología (por ejemplo, una enfermedad cardiovascular) y… ¡todos a bailar!