El número de operaciones en articulaciones como la cadera o la rodilla ha crecido de manera exponencial y generalizada en los países occidentales en los últimos tiempos, y se prevé que esta tendencia continúe. 
El envejecimiento progresivo de una población cada vez más longeva es sin duda una de las principales causas de esta nueva realidad. 
En España se dan cada año alrededor de 30.000 nuevos casos, consecuencia de enfermedades degenerativas como la artrosis -la más común-, la osteoporosis o la artritis reumatoide, entre otras. 
Por ello, la franja de edad más habitual de este tipo de intervenciones suele rondar los 50-80 años. 
En este sentido, cobran especial atención las caídas, causa directa de fracturas de cadera en personas de avanzada edad. 
Según datos, el 30 % de las personas de más de 65 años y el 50 % de las mayores de 80, sufren algún tipo de percance de estas características una vez al año. 
La efectividad del método garantiza una mayor calidad de vida para quienes se aquejan de este tipo de afecciones, frenando el dolor crónico inherente y las limitaciones diarias que estas producen. 
La articulación de la cadera es una de las estructuras más grandes del cuerpo. 
Esta se presenta rodeada de tejidos blandos de gran importancia que la completan y que deben tenerse en cuenta. 
La intervención puede resultar parcial o total, dependiendo de factores como la edad, aunque es esta última la más común.