La danza ha demostrado ser eficaz en la reducción del estrés y la ansiedad. Un estudio publicado en la revista «Arts in Psychotherapy» en 2016 apuntó que las sesiones de danza regular disminuyeron significativamente los niveles de cortisol, la hormona del estrés, en participantes con trastornos de ansiedad. Además, bailar libera endorfinas, conocidas como las hormonas de la felicidad, que actúan como analgésicos naturales y mejoran el estado de ánimo. La danza fomenta la aceptación del propio cuerpo y mejora la imagen corporal, lo que lleva a una mayor autoaceptación. Coordinación, memoria y concentración son también elementos implicados en el baile, lo que proporciona una estimulación cognitiva beneficiosa para el cerebro. La danza es, además, una actividad social que fomenta la interacción con los demás. Participar en clases de baile o en eventos de danza puede ayudar a las personas a construir nuevas relaciones sociales y fortalecer los lazos existentes. Un estudio publicado en «Frontiers in Psychology» en 2018 afirma que la danza en grupo mejora el sentido de comunidad y pertenencia, lo que a su vez reduce la sensación de soledad y aumenta la felicidad general. La danza también ha demostrado ser eficaz en el alivio del dolor crónico. El baile promueve la liberación de neurotransmisores que bloquean las señales de dolor, proporcionando alivio natural sin efectos secundarios. Los beneficios emocionales, cognitivos y sociales de la danza son innegables y ofrecen una forma creativa y agradable de mejorar la salud mental y emocional.