Parece un tópico, pero el peso tiene un efecto mecánico directo sobre nuestras rodillas.
Cada kilo de más se traduce en 4 kilos de presión adicional sobre nuestras articulaciones de carga.
Anímate a entrenar fuerza y movilidad.
Si trabajamos de forma específica los músculos del muslo, sobre todo cuádriceps e isquiotibiales, estos nos servirán para proteger las rodillas.
Entre los ejercicios más sencillos se encuentran:
Extensiones de rodilla con resistencia desde posición sentada
Media sentadilla
Actividades fácicas de realizar todos los días como ir en bicicleta o, si tienes acceso a una piscina, caminar dentro del agua
Además, en caso de dudas, es conveniente acudir a especialistas en Rehabilitación, Fisioterapia o Preparación física, quienes pueden indicar los ejercicios más adecuados y adaptarlos a la situación personal, así como explicar su correcta ejecución.
La rodilla artrósica pierde rango de movimiento de forma progresiva y, aunque esto no es completamente reversible, debemos esforzarnos en mantener la mayor movilidad y flexibilidad de nuestras articulaciones posible.