Es muy frecuente a nivel mundial escuchar hablar de la artrosis y la artritis como si fueran lo mismo, pero lo cierto es que son dos enfermedades distintas.
Y es que a pesar de que son enfermedades reumáticas que provocan dolor, que afectan a las articulaciones y que son más frecuentes en mujeres que en hombres, tanto su origen como su tratamiento son diferentes.
La artritis es una inflamación que afecta a la membrana sinovial.
En esta enfermedad, el líquido sinovial, que sirve para lubricar, se esparce por toda la articulación en lugar de ser reabsorbido como sucede normalmente, ocasionando una constante erosión del hueso y del cartílago.
La artrosis es un proceso degenerativo crónico que afecta al cartílago, es decir, a la almohadilla que se sitúa entre los huesos de la articulación y que sirve para que no se rocen.
Con el paso de los años, el cartílago tiende a ocultarse, haciendo que el roce se produzca entre huesos, provocando mucho dolor y la pérdida de flexibilidad de las articulaciones.
Por suerte, existe una planta que ayuda a regenerar el cartílago y a que el cuerpo enfrente estas enfermedades de forma natural.
Se trata de la manzanilla, una especie que aporta compuestos fenólicos que son ideales para el tratamiento de la artritis y el refuerzo de los cartílagos.
En concreto, los antioxidantes presentes ayudan a combatir el estrés oxidativo, un factor clave que contribuye al daño del cartílago; los flavonoides y terpenoides crean un entorno especial para la recuperación y el mantenimiento del cartílago y los efectos tranquilizantes alivian en una gran proporción a personas que sufren de dolor articular.