Aunque el ultrasonido es seguro y no invasivo en su mayoría, existen situaciones y condiciones particulares en las que su uso podría no ser recomendado.
El ultrasonido puede aumentar el riesgo de diseminación de la infección al crear aerosoles.
En casos de abscesos o infecciones agudas orales, se debe posponer el uso del ultrasonido hasta que la infección esté controlada.
En individuos con condiciones específicas que los predisponen a riesgos de bacteriemia, como aquellos con válvulas cardíacas artificiales o antecedentes de endocarditis infecciosa, se debe evaluar cuidadosamente el uso del ultrasonido dental y, si es necesario, administrar profilaxis antibiótica según las directrices clínicas.
La aplicación de ultrasonido en áreas cercanas a implantes recién colocados o en pacientes con osteoporosis severa podría comprometer la integración del implante o causar daño óseo adicional.
En pacientes con hipersensibilidad dental o enfermedades en el tejido blando, como ciertas formas de liquen plano oral, el uso de ultrasonido puede ser incómodo o contraproducente.
Se deben buscar alternativas o ajustar la técnica y la intensidad del ultrasonido.
La identificación de las contraindicaciones del ultrasonido en odontología es un paso crítico antes de cualquier procedimiento.
Una evaluación minuciosa de la historia clínica del paciente y una comunicación efectiva pueden ayudar a identificar posibles riesgos, asegurando que el tratamiento no solo sea efectivo sino también seguro.
Aunque el riesgo es bajo, el uso de dispositivos ultrasónicos podría, teóricamente, interferir con el funcionamiento de estos aparatos.
Por precaución, se recomienda consultar con el profesional tratante antes de proceder con el uso de ultrasonido en pacientes con estos dispositivos.